No se por donde hay que empezar, y seguramente al final tampoco sabré como hay que terminar. Nunca se me dio bien decir la última palabra (nunca me gustaron las últimas palabras), tampoco empezar de cero, pero lo he hecho y lo volveré a hacer.
"Hubo una vez un camino, con flores, con hierba seca, con hojas o con nieve. Fue hace mucho, pero aun así recuerdo que fue aquel año, aquel día, aquel segundo que yo creí infinito (porque soy una inconsciente del pasar del tiempo y de los cambios, y siempre lo seré), pero que se acaba. Recuerdo también auqel cielo azul, más azul que nunca y aquel sol; pero también recuerdo aquellas estrellas, más estrellas que nunca, y aquella luna, desde allí contigo..."
Se que tu dolor nunca será el mío, que las nubes de algodón en las que vivo nunca harán tanto daño como tus espinas, ni siquiera en el peor de los momentos. Por ello no soy quien para protestar por casi nada pero déjame que comparta una parte de tu dolor, aunque sea pequeña.
Me lo merezco, porque tú si que estás entera en mi cuerpo, al igual que tus espinas en ti, en cada hueso, en cada célula, lo mismo siento yo. Mi memoria se ahoga como tus venas, tu propia ausencia es cada vez más insoportable, y va haciendo daño a tu cuerpo, pero también a tu alma.
Me lo merezco porque tu presencia se ha convertido también en mis espinas, flotando sobre mi cabeza, y cuando tu sombra deje de salir, caerán en mí como tu en la tierra, cada vez más hondo, cada vez más lejos del mundo.
Por ello déjame que llore cuando tu llores y ría cuando tu también lo hagas porque no se hacer otra cosa, ojala supiera pero no sé.
Déjame tener miedo y asustarme como siempre he hecho, déjame que no entienda nada que nunca quise entender, déjame dejarte a veces, y sonreír, déjame ser feliz algún día en el que tu faltes, déjame oler esas flores y no llorar, seguir aquel camino y no retroceder.
Pero sobretodo déjame hacer todo esto sin olvidarte nunca, déjame que todo lo que tu has dejado en mi corazón y en mi alma nunca se vaya y que aquello que algún día yo sea, lleve tu esencia y bañe cada día este mundo mío de nubes de algodón.
Siento tantas cosas que me desbordan, tengo tantas ganas de gritar que no me salen las palabras, tanto miedo a perderte que no puedo avanzar. Pienso en mí y te veo, como reflejo de todo lo que me has enseñado, pero también de todo lo que nunca quisiste que sepa, y que yo no quiero saber.
Pienso en la vida y en todo lo que conlleva, su destino final, para ti y para nosotros y no entiendo, es una de las cosas que nunca quisiste enseñarme y que yo nunca quise aprender.
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