viernes, 15 de marzo de 2013

Lo quiero todo

Lo quiero todo,
todo es tanto
y tantas veces…

¡Se hace imposible!
Soñarte, perseguirte, tenerte, morirme.

Mentes dormidas, ¡soñad!
 
Si aún queda tiempo,
y si aún queda espacio,
pregúntame en un silencio que nadie escuche,
en nuestro silencio.

He elegido la locura a posta para conocerte,
para entrar más dentro de ti que tu sangre,
más cerca de tu cuerpo que el suelo,
y más cerca de tu mente que el aire.

Pero si no hay nada más, ¿Que espero?
¿Pan, agua, soles o estrellas?
Que todas ellas estén cuando tu sales,
a tu precioso mundo,
tu mundo inmenso, oscuro y tierno,
como la más podrida de las manzanas,
para este gusano que
vive
en
mí.

Voces dormidas, ¡sonad!
 
Decidme qué quiero oír,
porque no lo sé.

Tu espíritu es tan lejano a todo lo que conozco,
que desde entonces creo en la inmensidad del universo.
Creo en que me volvería aburrida
si algún día llegara a descubrir tus límites,
y tú los creyeras también.

Creo en la realidad igual que creo en los unicornios,
que creo.
Tanto que me perturba.

¿Por qué existes?,
¿Por qué existes todo el rato?,
¿Por qué existes en todas partes?,
¿Por qué eres una neurona de mi mente?,
¿Por qué eres mis huesos?,
y también, ¿por qué eres a la vez real, dentro de tu cuerpo?

Sólo una inteligencia y un espíritu como el que te acompañan,
pueden ser a la vez carne y
M

S
I
C
A.

A veces creo que el mundo es demasiado pequeño para contenerte.
Pero a la vez te llenas de mundo,
mundo que a mí me arrastra junto al resto,
todos mezclados,
yo, plantas, piedras y animales.

Yo, que presumo de ser tan poco terrenal,
como el vuelo de un pájaro,
de repente caigo al suelo.
Mis dudas son las raíces de este árbol,
sin ramas ni flores,
mi querido árbol que no parece un árbol.
Mi odiado yo, que no lo parece;
mi querido yo, que tampoco.

Ese es el secreto,
no hagas caso a evoluciones ni genomas.
Algún día alguien explicará lo inexplicable,
pero nunca nadie podrá explicarME,
ni explicarTE,
ni explicarNOS.

Solo saben de palabras inventadas,
nombres dados a cosas creadas,
números ordenados,
no me importan.
Tú rompes el perfecto y aburrido equilibro del mundo,
con tus imperfecciones.

Eres un salto tan tremendo,
un mundo tan grande,
que me desborda.

Y yo, ¿qué otra cosa puedo hacer, aparte de perseguir estrellas?


Nuria

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